Metáfora del autobús

Una historia para trabajar las emociones, la ansiedad y los pensamientos negativos

Johanna Beato

¿Mucho ruido mental?

Los pensamientos y emociones negativos pueden ser muy difíciles de manejar.

Imagínate un autobús, del que eres el conductor, y los pasajeros no son otros que tus pensamientos, recuerdos, sentimientos,… Algunos de esos son agradables y otros… no tanto. Y, claro, estos últimos no quieren ir por donde tú los llevas, así que te amenazan para les hagas caso, diciendo que te molestaran si no lo haces.

Entre las amenazas y las pocas ganas que tienes de ver a esos pasajeros, acabas cediendo, y estableces un trato con ellos “Os quedáis sentaditos en el fondo del autobús, sin molestar, así yo no os veo, y yo os llevo por donde digáis”. Pero claro, ¿qué sentido tiene ser el conductor de un autobús, si los pasajeros te dicen por dónde tienes que ir? Así que te plantas, frenas el autobús, te giras y dices “¡Estoy harto! ¡Fuera de mi autobús!”

Pero... no están dispuestos a bajar. Y encima, los demás pasajeros se empiezan a impacientar porque el bus está parado. Así que para calmar a los pasajeros del fondo, que están muy enfadados porque te has enfrentado con ellos, no dudas en hacerles caso una vez más.

Y este enfrentamiento se repite, en varias ocasiones, siempre con el mismo resultado.
Al final, el autobús ha avanzado tan poco últimamente, que empiezas a esforzarte por seguir la guía de los pasajeros del fondo para que no molesten.

Llega un día en el que te das cuenta de que sabes tan bien por donde ellos quieren que vayas, que no hace falta ni que te lo digan. Para no sentirte tan mal, empiezas a justificar tu ruta diciéndote que esta es la única ruta posible y olvidando realmente el motivo por el cual la sigues, ¡incluso acabas olvidando la presencia de los pasajeros indeseados! (Aunque ellos siguen allí dispuestos a hacerse notar cada vez que no vayas por donde ellos quieren.

Entonces, ¿dónde está el truco? Pues en que el poder que tienen esos pasajeros sobre ti se basa al cien por cien en un “si no haces lo que te decimos que hagas, nos haremos notar. Vendremos a la parte delantera del bus y haremos que nos prestes atención causándote malestar”.

¡Eso es lo único que pueden hacer! Por muy amenazadores que parezcan, esos pasajeros no pueden hacerte daño. Te pueden incomodar, pueden ser molestos, pero no pueden destruirte. Son como el dicho, mucho ruido y pocas nueces.

Imagina un autobús...

Johanna Beato

Psicóloga sanitaria, terapeuta
de parejas y sexóloga.